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domingo, 31 de marzo de 2013

Speech is silver but silence is golden.

"La palabra es plata pero el silencio es oro"

De vuelta ya en casa después de una larga estancia en Djibouti.  Casi cinco meses en los que he tenido oportunidad de conocer bastante bien este pequeño país y al que le deseo la mejor de las prosperidades. No lo tienen fácil, pero su capacidad de mejora es enorme.
Podríamos decir que su potencial es directamente proporcional a todo lo que estamos perdiendo en el mundo occidental. El panorama que me he encontrado en España a mi vuelta es bastante desolador a pesar de todas las comodidades disponibles.
Como este es un blog de matices deportivos, no mezclaremos churras con merinas, o como diría alguno de mis compañeros de fatigas, paso a explicarlo como si fueran manzanas.
Djibouti es uno de los países más calurosos del mundo y también  uno de los más remotos.
Así que cualquier práctica deportiva de exterior se complica sobremanera. No hay coberturas telefónicas de garantía, ni federaciones, ni rescates (no hablemos de helicópteros) ni tampoco suministro de agua potable fuera de las zonas urbanas.
Lo que sí que hay son lugares de difícil acceso y apenas visitados, con naturaleza prácticamente virgen.  Sumergirse en las aguas del golfo de Aden y citando a mi amigo José Manuel, buceador contrastado, " es cómo sumergirte en el oceanográfico de Valencia, pero  a lo bestia"
Podremos contemplar grupos de corales y el denominado tiburón ballena, que es el pez más grande existente. Afortunadamente por la zona podemos ver a sus crías "que sólo miden hasta 7 metros", porque los adultos, de hasta 20 metros, viven en aguas de Omán.
La buena noticia es que estos nobles animales se alimentan de plancton (vamos, que no tienen dientes) y no les importa demasiado que se nade cerca de ellos.
También fui espectador de la media maratón. Una prueba durísima ya que se desarrolló en las horas centrales del día y la temperatura era muy próxima a los 32 grados. Pude ver cómo corredores  habituales sufrían enormemente y corrían a ritmos por los que en España te quedarías fuera de control.
Entrenar la carrera a pie se hacía muy complicado.  Tuve la oportunidad de correr un trail por el desierto pero decliné la invitación porque la salida era a las 5 de la mañana a unos 150 km de la capital y los participantes acampaban el día anterior al raso para poder afrontar la prueba.
En conclusión, cinco meses de parón obligatorio y vuelta a la civilización, aunque tengo mis reservas para decir que sociedad es más evolucionada. El progreso nos ha hecho perder muchas cosas que se quedan ya olvidadas para siempre. Lamentablemente no se puede cambiar la realidad y cada uno vive dónde le toca.
Por el momento y después de no ver una nube en el cielo durante semanas y semanas, me encuentro los termómetros cerquita del cero y agua por doquier.
Con mucha tranquilidad y atando los cabos que han quedado sueltos, he vuelto a retomar la carrera. La bicicleta va a tener que esperar hasta que me encuentre perfectamente reaclimatado y a que se acabe el barro.
Seguiremos dándole a la tecla, de momento me he encontrado todos mis armarios llenos de ropa deportiva ¿todo esto es mío?... La virgen,¡ qué barbaridad!
Por cierto, mis mizuno wave nirvana se quedaron en Djibouti. Se las pasé a un chaval que no le importaba  en absoluto que fueran zapatillas para pronadores.... 
¿Dónde tengo el cargador del Garmin Foreruner?...  pensándomelo mejor, ¡salgo a pelo con el crono del reloj y punto!
Bonne journée.